martes, 23 de enero de 2018

Nuestra Señora de Alconada (Alconada, Salamanca)

   Según una antigua tradición, se cree que la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Arconada, fue hecha por Nicodemus y traída a España por los primeros varones que acompañaron al Apóstol Santiago, que fue venerada con el nombre de Nuestra Señora de los Remedios, en la ciudad de Écija, en Andalucía, hasta la dominación de los moros por la pérdida de la batalla del Rey Don Rodrigo, del año 714, con cuyo motivo y con el fin de no dejarla expuesta al furor de aquellos, cogieron esta sagrada Imagen dos Capitanes llamados Rogerio y Fadrique y caminaron con los mayores riesgos hasta Carrión de los Condes, y a la inmediación del lugar de Arconada hicieron un subterráneo en forma de capilla, en donde la dejaron libre de los Sarracenos, en cuyo sitio permaneció oculto más de 400 años, hasta el de 1113, que habiendo observado aquel sitio un gran resplandor como de luces y música, y queriéndose acercar un labrador de los que lo habían observado, oyó una voz que dijo: no pases adelante , viendo al mismo tiempo ponerse sobre una piedra a esta Imagen, y habiendo dado aviso al pueblo, salió este en procesión, halló a Ntra. Sra. en el mismo sitio y con luces encendidas la llevaron a su Iglesia, y colocada en el altar mayor con el nombre de Ntra. Sra. del Socorro, permaneció en él por espacio de 106 años, hasta el 1219, que con motivo de exigir el Conde de Carrión, D. Juan, de sus vasallos, varias contribuciones y no poderlas pagar, se refugiaron en la Iglesia, y habiendo puesto fuego a sus puertas de orden de aquél, se salió Nuestra Señora por una de sus ventanas que miraban al oriente, a vista de todos los que se hallaban en la Iglesia, y se apareció a los tres días a un pastor llamado Marcos, en el valle de las Fuentes, jurisdicción de la Villa de Ampudia, a quien habló la Señora con estas palabras: Marcos, vuelve a la Villa; que el ganado que apacentas yo le cuidaré, di a los Eclesiásticos y Seglares que la habitan, cómo aquí he llegado, y que vengan por mí a este sitio donde me ves, que aquí quiero ser venerada y servida de los fieles”.
Ejecutó Marcos el mandato, pero no habiendo sido creído de cuanto decía, volvió al mismo sitio, lo manifestó a Nuestra Señora, la que volvió a decirle: “Marcos, vuelve por segunda vez a Ampudia a persuadir a sus habitantes la determinación que he tomado de quedarme con ellos en este mismo lugar en que estoy; y si no te creyeran dalos por señal la repentina mudanza que verás en ti(1), pues habiéndote visto con sólo vista en un ojo aparecerás a la de todos con dos ojos claros y con vista, con lo que creerán la verdad de lo que les dices, y confesarán ser esta mudanza de la diestra del Altísimo” . Vuelve el pastor a Ampudia y asombrados sus moradores de su repentina vista le dieron crédito y salió el clero y villa guiados de él al sitio, en donde hallaron a la Sagrada Imagen sobre una piedra(2) y habiéndose postrado todos en tierra, y dándola gracias por tal singular favor, la llevaron en solemne procesión a la Iglesia de la Villa, hasta que se la hiciese, como se hizo, el Santuario suntuoso en que se halla(3).

Noticioso de todo el Conde Don Juan, y arrepentido de sus excesos, solicitó de los de Ampudia le diesen esta Sagrada Imagen, pero negándose a ello, les puso pleito ante el Ilustrísimo Señor Obispo de Palencia, y seguido por los trámites judiciales, recayó la sentencia de que fuese restituida a su Iglesia de Arconada, a cuyo efecto vinieron diez leguas en procesión los de este pueblo e inmediatos, y dispuso el Conde D. Juan una magnífica carroza tirada de tres pares de bueyes, y colocada en ella Nuestra Señora; al tiempo de tirar estos, reventaron, sucediendo lo mismo con los que pusieron por segunda y tercera vez, quedando aún más admirados, cuando vieron todos salir del carro a Nuestra Señora y que se puso sobre el trono de donde la sacaron, por lo que se revocó en el cielo la sentencia que se había dado en la tierra, dejando tristes y desconsolados a los de Arconada, y alegres con tan gran Madre y Patrona a los de Ampudia, siendo muchos los favores que continuamente reciben y los milagros que han visto, según resulta de su historia que está en el catálogo de las Imágenes aparecidas en España, y compuso el P. Juan de Villafañe, impresa en Salamanca, año de 1726. 


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