Cuenta
la leyenda que El Walid de Córdoba, tuvo que hacer un viaje rutinario por los
Reinos Taifas. Se trataba de un joven guapo y apuesto Califa muy versado e
instruido en conocimientos diplomáticos que en aquellos momentos eran muy
necesarios. Se hallaba atravesando "Ma'ancha", o "la tierra sin
agua", como los árabes la llamaban, era verano y hacía mucho calor.
Llegaron
una población llamada Villa Silos, (la actual Villa de Mascaraque), y allí se
detuvieron para refrescarse y descansar. En la fuente del pueblo, el joven
califa se encontró con una mujer bellísima que jugaba con el agua de la fuente.
Muy amablemente le ofreció beber de su mano y entre juegos y salpicones surgió
una tremenda atracción.
Aunque
la mujer estaba casada con un hombre del pueblo, la pasión se desató entre la
cristiana y el califa. Mientras Califa estuvo por aquellas tierras, la
cristiana no perdía oportunidad de escabullirse de su marido y lanzarse a los
brazos de su joven e instruido amante.
Mientras
los dos amantes vivían su idilio, los rumores comenzaron a circular por Villa
Silos. El marido de la joven cristiana acabó por enterarse, era un hombre de campo,
huraño y bastante adusto. Esperó que el califa se fuera para repudiar a su
esposa y echarla de su casa, levantando al pueblo entero en su contra. La
cristiana al verse sola contra un pueblo enfurecido, corrió buscando refugio en
el castillo de Almonacid, gobernado en aquel momento por un Rey Moro pariente y
amigo del Califa.
Este,
mando emisarios rápidamente al califa para ponerle al corriente de lo que
estaba pasando. Cuando el Califa se enteró, según cuentan, fue tal su
desesperación, que reventó un caballo en su camino de regreso para proteger a
su enamorada cristiana. Y así fue como le construyó el Castillo de Mascaraque a
su joven amada y protegido por los Castillos de Mora y de Almonacid.
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