sábado, 11 de noviembre de 2017

La Piedra Bermeja (Brihuega, Guadalajara)

Hace muchos años, contaban nuestros abuelos, allá en tiempo de los moros, habí­a en Brihuega un hidalgo llamado D. Alonso de Medina. Era hombre de parcas rentas, pero viví­a muy feliz en su casa solariega junto a su bella hija, la más linda y preciosa doncella nacida jamás en la Alcarria, a la que las crónicas dieron en llamar Elisa.
Dedicaba mucho de su tiempo el hidalgo a narrar, no sin pizca de exageración, en alegres 'tertulias -las mil batallas en las que su espada habí­a desmochado cabezas de moros, sus piernas escalado castillos o sus manos, arrancado pendones.
Poseí­a D. Alonso junto al Tajuña un huerto donde cultivaba amén de las rosas más bellas de la Alcarria, las más ricas hortalizas de esta vega. Allí­, en un recodo del rio, en un remanso escondido en el que crecí­an robustos chopos y cubrí­an algas y eneas, al abrigo de unas peñas que impedí­an las miradas indiscretas, tení­a la bella Elisa el lugar propicio para refrescar su hermosura en las aguas claras y cristalinas del Tajuña.
Todos los buenos mozos de Brihuega, que eran muchos, estaban prendidos de los encantos de la joven, no menos que los niños admirados de las proezas del hidalgo. Pero he aquí­ que en aquel entonces los moros eran dueños del castillo y su alcalde, llamado Abul, hombre de taimada cabeza, se enamoró de la doncella y quiso conseguir por la fuerza, lo que nunca podrí­a alcanzar de buen grado.
Contaban nuestros abuelos que cuando un dí­a la casta y bella Elisa se disponía a tomar un baño, abalanzose el taimado moro sobre ella, como bestia feroz sobre su presa. Rápidamente respuesta de su sorpresa defendió con uñas y dientes su pureza. El moro Abul, ciego de rabia por el despecho hundió su puñal en el cuerpo hermoso que cayó abatido sobre una piedra que la sangre tiñó de color bermejo.
El moro Abul al ver la belleza muerta se arrojé al rio y es fama que el diablo se llevo su alma a los infiernos.

EI hidalgo D. Alonso murió de pena y los brihuegos recogieron aquella piedra, teñida con Ia sangre de la bella, y la pusieron come piedra angular del castillo, que desde entonces se llama 'DE LA PIEDRA BERMEJA'.

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