miércoles, 18 de octubre de 2017

El Cristo del Pasadizo (Cuenca)

Cuentas los más mayores del lugar que había un chico llamado Julián que era jornalero, buen mozo él, que se enamoró de una chica que se llamaba Angustias. Todas las tardes, después de su trabajo Julián iba a la reja de Angustias a cortejarla. Estos ya hacían planes de futuro, donde vivir, cuántos hijos tener, vamos, lo típico de enamorados. A los padres de Angustias no les hacía mucho chiste que su hija se casara con un hombre de un escalafón social más bajo que ellos y no dejaban a la pareja hacer vida en común.
Pero un día Julián se enteró que hacían falta hombres para ir a la guerra en Italia. El chico pensó que podía hacer fortuna con las armas y así se podría casar con Angustias. Así que Julián se alistó para ser Soldado. Antes de partir, los dos enamorados fueron a jurarse amor eterno ante el Cristo del Pasadizo y de rodillas ante él se comprometen a que ninguno de los dos pensara en otro, mientras no se tuviera la certeza de la muerte de uno de ellos. Angustias se queda compuesta y sin novio, triste y apenada. Pasan los días, los meses y Julián no regresa. La chica se aburre y empieza a tener demasiados pretendientes que intentan cortejarla, hasta que un día un chico muy avispado llamado Lesmes se lleva el gato el agua y empieza a salir con Angustias.
Los padres de la chica al enterarse de los nuevos amoríos de su muchacha, le echan una buena reprimenda: “Ya te vale hija mía, eres ansia viva, ¿no te puedes esperar a Julián?”. Pero la muchacha les dijo a sus padres “Carpe Diem, Lesmes me tiene a cuerpo de reina y Julián vete a saber si vuelve”. Pues pasaron dos años y Julián volvió; con más dinero y con mucha mejor posición social de la que se fue de Cuenca.
Estaba loco de contento porque iba a volver a ver a su amada y pensó en darle una sorpresa a la mucha yendo a su reja por la noche a darle un gran beso de enamorado. Llegó la noche y Julián fue a la reja de Angustias y menuda sorpresa se llevó al ver a su novia con Lesmes; muy poco tardo Julián en sacar su espada e ir a por el otro joven que empezó a defenderse como gato panza arriba, la contienda estaba igualada, pero la mala suerte quiso que Julián tropezara con un escalón, así Lesmes aprovecho el error fatal de su contrincante y le asestó un letal golpe con su espada.
Angustias ve el dantesco espectáculo desde su reja y gritando como alma que lleva el diablo pide auxilio a la ronda, esta llega y Lesmes huye para no ser apresado. Corriendo el chico se sube a las almenas de la Ronda del Huécar para desde allí pegar un salto a un camino cercano, con la mala fortuna de tropezar y desnucarse en la caída. Angustias queda muy consternada y se siente culpable de la muerte de los dos muchachos y por eso decide recluirse para siempre en el Cercano Convento de las Petras y promete que solo saldrá a la calle todos los días a las doce de la noche para ir a pedir por las almas de Julián y de sus familiares al Cristo del Pasadizo.

Hay gente que jura haber visto a medianoche una sombra blanca que se recorre toda la Ronda del Huécar se para en el Cristo del Pasadizo y desaparece.

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