Esta
leyenda se sitúa en el Paseo del Júcar, y cuenta que una esposa infiel con su
marido, el cual se iba todas las tardes al casino y dejaba sola a su mujer.
Esta aprovechaba estos huecos para quedar con su amante en una fuente muy
cercana al Rio Júcar. Pero alguien, amigo del esposo, pillo in fraganti a la
mujer y raudo y veloz fue a contar al marido las andanzas de su esposa. Sin
perder un minuto el marido fue corriendo a la fuente para ver si era verdad o
no lo que le habían contado y no encontró a nadie, pero sí que vio que cerca de
la fuente había un abanico que pronto reconoció que pertenecía a su mujer.
La
mujer que se da cuenta que ha perdido el abanico, mandó llamar a una de sus
amigas para que le ayudará con una coartada. El marido llega muy enfadado a su
casa para pedirle explicaciones sobre los hechos a su mujer, pero antes de que
pudiera decir nada, la astuta amiga de la mujer infiel le reclama el abanico
diciendo que era de ella y que lo había perdido en la fuente.
Así
fue como el marido es engañado. De esta forma acaba esta leyenda pero alguien
un poco después de los hechos quiso dejar un abanico grabado en piedra en la
fuente para recordar esta burla para siempre.
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