Tras
llevar un buen tramo andado casi dos terceras partes del trayecto total y
siendo ya noche cerrada, atravesando un estrecho barranco nuestro caminante
sintió, que le atrapaban sus ropas por detrás impidiéndole caminar, tuvo claro que
los ladrones le querían robar y paso toda la noche gimiendo y diciendo que se
llevaran todos los maravedíes que tenía en la bolsa, pero que a él no le
hicieran nada.
Al
tiempo que le parecía sentir una voz que decía huuu, huuu, huuu.. Aterrado de
miedo y atrapado allí paso toda la noche. Al amanecer cuando giro la cabeza
descubrió que el forzudo ladrón que lo retenía no era otra cosa que una simple
zarza escaramuceara del borde del camino enredada en sus ropas. Y las voces que
escuchaba no eran sino la llamada de un búho real macho a su pareja.
Se
creció en valor ante lo que sus ojos veían, copio so hoz de segar cortando la
zarza en varios trozos a la vez que
decía si fueras un ladrón igual
habría hecho continuando su camino
bebiendo agua por el susto en la
fresca fuente de los cerezuelos.
Desde
este suceso en la cueva existente en ese paraje la conocemos como la cueva de
los ladrones.
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