El
Rey Carlos III en el siglo XVIII decidió cerrar todos los monasterios de los
Jesuitas. Por ello el convento que hay
cerca de la Iglesia de las Angustias en el cual convivían los Jesuitas de
Cuenca, fue también clausurado.
Todos
los monjes y enseres salieron del modesto convento para ser sellarlo y cerrado.
Pero poco tiempo después, los ciudadanos de Cuenca notaron que sonaban campanas
dentro del palacio, y más aún, se podían notar ruidos extraños y además los
sonidos de un órgano.
Todo
Cuenca estaba conmovido. Nadie sabía lo que podía estar pasando, y las
historias y rumores corrían por toda la ciudad.
Las autoridades por fin se decidieron a entrar para resolver toda esta
misteriosa historia. Y allí dentro encontraron, al monje más viejo de los
Jesuitas. Estaba muy malo casi muerto de hambre puesto que comía de los frutos
de la pequeña huerta que tenían en la parte posterior.
Este
monje era el que tocaba las campanas del edificio, y hacía los ruidos que a
toda la ciudad tenían atemorizados. El
pobre hombre murió al día siguiente de salir de su convento.
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