miércoles, 4 de octubre de 2017

La Mora (Villanueva de los Infantes, Ciudad Real)


Se dice que cuando esta región era de los musulmanes, un hombre poderoso, llamado Yusuf, tenía bajo su poder en estos lugares una alquería con huertos y bellos jardines. El agua que usaba para regar, manaba de una fuente que se creía maldita, ya que ningún animal o humano había salido vivo, si entraba en dicha caverna. Muy cerca de la entrada, Yusuf ordenó a sus criados que embalsasen el agua para que llegase hasta su palacio.
Allí, levantó una hermosa fuente de mármol decorada con un nombre que se repetía en setecientas veces. Ese nombre pertenecía a una hermosa mora con la cual se comprometió. Pero, al pasar los años, el musulmán se enamoró de forma obsesiva de otra mujer, despreciando tanto a la mora que llegó a mandar que borrasen su nombre y pusieran en la fuente el nombre de la su nueva mujer, y envió a la mora con un sobrino suyo que vivía al Norte.
Un día de invierno, cuando el escultor estaba terminando la nueva reforma de la fuente, la mujer de Yusuf apareció ahogada en ella, por lo que el musulmán intentó encontrar al autor de esta atrocidad. También volvió a llamar a su sobrino para que llevase de vuelta a la mora y poder retomar con ella sus antiguos amores, pero ya no tenían el mismo trato, es decir la mora ya no quería saber nada de Yusuf.
Un día a la medianoche, no la encontró en los aposentos, así que mandó a todo el palacio a buscarla, y finalmente él la encontró junto a la charca, abrazada con un esclavo cristiano, desatando así la ira del musulmán que llegó a matar al pobre joven. Después, se dirigió a la joven, con los mismos fines, pero ella corrió hasta esconderse en la cueva maldita.
Tras el fatal desenlace, el musulmán ordenó vigilar la boca de la cueva día y noche, así como destruir la fuente, esparciendo sus pedazos por todos los campos.Pero, para su desgracia, el agua que manaba de la cueva enfermó y comenzó a pudrir los huertos y jardines. El musulmán murió en la miseria, viendo su antigua alquería convertida en ruina.
Desde entonces, todas las noches de San Juan, resurge la charca, y la mora sale de su cueva para peinarse los cabellos. Se dice que todo el que se acerque esta noche tendrá la desventura de ser encantado por ella, al clavarle su peine en la espalda.

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