viernes, 18 de mayo de 2018

Cristo de la Cepa (Valladolid)


Quienes recorren las salas del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, ubicado en los restos de las dependencias del siglo XIII de la antigua Colegiata de Santa María la Mayor, iniciada mucho antes por iniciativa del Conde Ansúrez, repoblador de la ciudad en el siglo XI, se encuentran en uno de los ángulos de la capilla de San Llorente una pequeña vitrina, apoyada sobre una ménsula pétrea, que deja apreciar en su interior una imagen atípica de Cristo crucificado, una figura que apenas sobrepasa los 20 cm., de tosco aspecto y sin valores artísticos significantes. A un lado de la vitrina un pequeño rótulo lo identifica como "Cristo de la Cepa, imagen milagrosa", mientras que al otro un texto enmarcado recuerda parte de su leyenda, una singular historia a la que hoy queremos referirnos.
Lo primero que conviene aclarar es que la imagen procede de la iglesia de San Benito el Real, donde presidía el altar de una capilla situada bajo el coro, a la derecha de la entrada, que había sido fundada por el licenciado Cornejo y equipada por su esposa. Lo segundo, que no se trata de la imagen convencional de un crucifijo realizado por un escultor profesional, sino de una suerte de pareidolia en el tronco y raíces de una cepa, un capricho de la naturaleza, ligeramente retocado, que sugiere la imagen de un crucificado, de modo que sin mucha imaginación es perfectamente apreciable el cuerpo con los brazos levantados en forma de "Y", las piernas cruzadas y una desproporcionada cabeza, en la línea de algunos crucifijos románicos, que presenta la peculiaridad de tener largos cabellos y barbas formados por cúmulos filamentosos de raíces. Por si fuera poco, la forma antropomórfica está unida a otra parte del tronco que sugiere la forma de una cruz, cuya base fue insertada sobre una peana de bronce dorado, con un tratamiento similar a un relicario.
Este Cristo de la Cepa adquiría un especial significado en el monasterio de San Benito, en cuyas dependencias se expedía al público vino elaborado en sus bodegas en virtud a la explotación de los viñedos de su propiedad cultivados en localidades próximas a la ciudad, un negocio que llevaría a la comunidad benedictina a presentar un pleito contra el escultor Alonso Berruguete cuando este también inició la venta de vino en su propia casa, situada a escasos metros de la iglesia, siendo acusado de competencia desleal. Ello justifica también que esta imagen fuese muy venerada por el gremio de vinateros, especialmente en la fiesta de la Invención de la Cruz celebrada cada 3 de mayo, único día en que era mostrada al público rodeada de velas y flores.
La primera noticia sobre la curiosa imagen del Cristo de la Cepa aparece en el inventario realizado por el humanista e historiador cordobés Ambrosio de Morales cuando en 1572, a petición del rey Felipe II, recorrió Castilla, León, Galicia y Asturias rastreando las principales reliquias conservadas en estas tierras, viaje en el que la primera ciudad visitada fue Valladolid, donde dejó constancia de los nutridos relicarios reunidos en los conventos de las Huelgas Reales, San Francisco y San Benito, destacando el carácter milagroso y la enorme devoción que este crucifijo, con categoría de reliquia, ya gozaba en aquella época.
Porque a esta figura, aparentemente insignificante e incluso de aspecto monstruoso, le ampara una historia piadosa que fue la causa de una veneración multitudinaria, una historia recogida por Casimiro González García-Valladolid en su obra "Valladolid, sus recuerdos y sus grandezas", publicada en 1900 (Tomo I, págs. 91-93), cuyo texto es justamente el que aparece enmarcado junto a la vitrina del museo. Transcribimos la historia milagrosa del origen de la imagen según fue recogida por este cronista:
 "Allá por el tiempo en que los judíos invadieron a España, vivía en la ciudad imperial de Toledo uno tan aferrado a su ley y por ende enemigo acérrimo del cristianismo, que haciendo alarde de sus creencias y mofa constante de los cristianos, no encontraba otra satisfacción ni gusto mayores, que burlarse de las doctrinas enseñadas por éstos y muy principalmente de la de que Jesucristo es el verdadero Mesías prometido, que es Dios y Hombre y que por su muerte afrentosa, clavado en la cruz, el patíbulo de los malhechores, ha obrado la redención del género humano.
Absorto se hallaba cierto día en tales ideas mientras podaba una de las hermosas viñas de sus extensas posesiones, cuando de improviso le llamó la atención un objeto extraño que apareció sobre una cepa: se acercó lleno de curiosidad y vio sorprendido que era un Crucifijo.
Obrando entonces la gracia de Dios en su alma, cayó de rodillas anonadado, tomó en sus manos la efigie bendita, besola con humildad profunda, inundola de lágrimas y reconociendo sus errores, abrió los ojos a la luz esplendorosa de la Fe, el corazón al amor divino y la inteligencia al conocimiento de la verdad. Convirtiose y pronto recibió el bautismo, administrándole este Santo Sacramento el Reverendísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, Don Sancho de Rojas".
 Resultado de imagen de cristo de la cepa valladolid


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