Según
cuenta la leyenda, en una noche de julio en la localidad de Serrada se
celebraba una reunión de labriegos, quienes se pasaban hasta la madrugada
bailando y bebiendo alrededor de un espantapájaros que ellos mismos realizaban
con el único fin de ahuyentar a los malos espíritus y atraer las buenas
cosechas.
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