martes, 22 de mayo de 2018

El niño embrujado (La Seca, Valladolid)


El siguiente suceso tiene lugar en el pueblo vallisoletano de La Seca y salta a la luz pública en diciembre de 1971 cuando los periódicos publican la noticia de que un niño de alrededor de un año de edad, José Amalio de Rojo, había sido ingresado en la clínica Onésimo Redondo de Valladolid con numerosas agujas saeteando su cuerpo. La principal sospechosa de tan horrible acto era su propia madre que usó al niño para la práctica de sus actos de brujería. Así lo aseguraban los periódicos que en un principio implicaron también a la tía, pero lo cierto es que aquella mujer, conocida como la Petruca, era una alcohólica con graves trastornos mentales.
Al ser detenida la mujer culpó a su hija Pas, de tres años de edad, de ser la responsable de tan cruel acto pero ante la presión de los interrogatorios acabó confesando.
El médico rural, José Molinero de Dios, quizás cansado ya por las continuas revisiones médicas al niño, su continuo llorar, sus persistentes vómitos e infecciones y la indiferencia de la madre hacen que tome la decisión de que sea ingresado en la residencia sanitaria de la capital. Las radiografías realizadas a aquel pequeño cuerpo mostraron 27 agujas, algunas con más de 10 centímetros de longitud y otras partidas, que atravesaban partes vitales de la anatomía y era mortales de necesidad. Mortales pero el niño estaba vivo. Había 4 agujas incrustadas en su cerebro, otra en su espina dorsal, sus pulmones, abdomen...

Ante tal barbaridad las autoridades obligaron a que el resto de los hermanos de Amalio (Paz, Carlos, de 6 años, y Daniel, de 8) fuesen también explorados pero ninguno presentaba evidencias de haber sufrido tal cuadro de atrocidad.
Los propios médicos que estudiaron su caso no se explicaban la fortaleza física del pequeño y mucho menos cómo las manos de una persona inexperta habían conseguido introducir tantos objetos dentro de un cuerpo sin provocar la muerte. Estaban obligados a solventar de la manera más rápida la situación. Más de 3 operaciones (la prensa de olvidó del caso a partir de la tercera operación, cuando aún quedaban seis agujas en su cuerpo) fueron necesarias para sacar todos los objetos punzantes.
El niño finalmente fue dado en adopción y la madre condenada a permanecer ingresada en un psiquiátrico hasta su total curación. A finales de 1973 estaba en la calle.

A dia de hoy se desconoce si el niño de la seca sigue vivo... aunque hay rumores de que la familia se cambio de residencia y dejaron la casa deshabitada.

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