miércoles, 16 de mayo de 2018

Leafar y Rachel (Peñafiel, Valladolid)


Hace mucho, mucho tiempo, existía en estas tierras una poderosa hechicera que poseía un palacio subterráneo al que solía llevar a las personas que podían rendirle algún servicio, los embrujaba y así podía disponer de ellos.
Esta bruja era conocida con el nombre de Miriam “la egipcia”. Un joven caballero despistado, llamado Leafar, pasó por sus dominios y fue visto por la bruja. Cuando lo vió decidió encarcelarlo en su mansión subterranea y convertirlo en su esclavo. Un día paseando la hechicera por el bosque descubrió a una princesa mora guapísima, llamada Rachel, y al momento decidió raptarla.
Valiéndose de los mismos sortilegios que utilizó con Leafar la condujo hasta su morada. Al encontrarse los dos jóvenes quedaron prendados el uno del otro y a pesar de ser conscientes de su situación no encontraban la llave que abrieran las invisibles cadenas que les mantenían presos. Durante los largos años de cautiverio, Leafar había ido substrayendo de las riquezas que atesoraba Miriam pequeñas cantidades de oro hasta llegar a poseer un importante legado.
Con parte de dicho oro construyó un anillo al cual formuló un conjuro de unas fórmulas kabalísticas que había oído pronunciar a la bruja. Al poner este anillo en el dedo de Rachel, los efectos del hechizo que obraban sobre ella quedaron anulados, pudiendo huir con la riqueza que había conseguido Leafar. Pero Leafar no pudo huir con ella, ya que el anillo no surtía efecto sobre él.
Sobre la peña más alta que dominaba el río, Rachel construyo un castillo, dedicándose en el al estudio de todas las ciencias mágicas, con el objeto de liberar a su amado. Cuando por fin encontró la formula para deshacer el hechizo se la envió a Leafar por medio de un gato sabio, consiguiendo destruir a la hechicera y a todos sus dominios. Una vez libre, el joven caballero cayó en la cuenta de que no sabía el lugar donde se ubicaba el castillo de su amada, y empezó a buscarlo preguntando a todos los que se encontraba. Hasta que por fin encontró a Rachel sentada en una roca donde iba a esperarlo cada día, por este hecho el castillo de Racha Rachel se le conoce también como Peñafiel.
Cuenta la leyenda que aún hoy pueden verse vagar los espíritus de los amantes por aquellos parajes.


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