Valladolid
era, en pleno Siglo XVI, una ciudad “económicamente
boyante gracias a su comercio”. Se decía incluso que “todos los
materiales que llegaban del Mercado de Indias llegaban directamente a la
capital del Pisuerga porque aquí se encontraban los mejores sastres, zapateros
y profesionales de cualquier gremio”, asegura Martín.
En
este contexto se ubica la primera leyenda que tiene como protagonista a Felipe
II. Cuentan que el rey Carlos V se
negó a que su primer vástago recibiese sacramento en la humilde Iglesia de San
Martín, eligiendo San Pablo como lugar del bautismo, por lo que decidió
sacar por la ventana, fácilmente reconocible, a su hijo.
La
decisión del rey fue tomada como escandalosa ya que enfrentaba a monarquía y
autoridad eclesiástica que veía como “el rey imponía sus gustos en lugar de
llevar a cabo el bautizo en la parroquia que le tocaba”, asegura la guía
oficial de Valladolid. A pesar de que hay fuentes que apuntan que esta leyenda
puede no ser cierta, lo que sí es fehaciente es que Carlos V acabó saliéndose
con la suya.
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