Cuentan
que fueron ellos, los pastores trashumantes, los primeros foráneos en
descubrir, a su paso por el valle, las bondades de un queso único. Aunque,
entre las gentes de la comarca en general y la nobleza castellana en
particular, ya gozaba de gran prestigio…
Una
perfección que sólo se puede dar aquí, en esta tierra abrupta, de intensos
veranos y crudos inviernos... Lugar de gentes sencillas que heredaron de sus
abuelos una receta ancestral para elaborar un queso inigualable.
Muchos
afirman que esa perfección se debía a la leche cruda de las ovejas de estas
tierras, al cariño con el que los maestros queseros elaboraban paso a paso el
queso. Otros, que era por el laborioso proceso de secado durante 8 meses, por
el volteado de cada pieza, por el aceite con el que se acariciaba su corteza o
por el cepillado con el que el maestro pulía y matizaba el color de cada queso…
La
leyenda de aquel queso único había traspasado los páramos del Esgueva y llegó a
oídos de un empresario quesero, el Sr. Massagué. Un hombre emprendedor que no
dudó en viajar hasta Esguevillas de Esgueva para conocer aquel secreto.
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