viernes, 25 de mayo de 2018

La Picota (Villafrades de Campos, Valladolid)


La “Picota”, ¿hay quién conozca algo de esta Fortaleza? yo no creo que en España haya persona que sepa lo que fue en su nacimiento esta obra de defensa. No hay historia de mi pueblo conocida hasta la fecha por la que pueda saberse cual fuera el origen de ella, en qué año fue construida y objeto de su existencia; yo lo se por un milagro que me produjo extrañeza. ¿Fue sueño, o fue realidad?; no lo sé, mas tengo idea de que este raro suceso ocurrió de esta manera. Un moro de negras barbas venido de luengas tierras, que habla mal el castellano y que se explica por señas, cuando yo estaba durmiendo se acercó a mi cabecera, dio un respiro, roncó fuerte y me habló de esta manera. Hace siglos, muchos siglos que los moros y los persas, los chinos los almogávares, los romanos y los celtas venían a Villafrades en busca de algunas hierbas medicinales, que sólo se daban en vuestra Eras, y tenían la virtud de prolongar la existencia muchos siglos; tantos, tantos, que hacían la vida eterna. Para conseguir su objeto encontraban resistencia en las gentes de este pueblo; y recurriendo a la fuerza traían grandes escuadras de buques de gran potencia, y ejércitos poderosos con armas de aquellas épocas. Llegaban a Rioseco que en aquellos tiempos era puerto de mar: sigilosos levantaban las compuertas del caudaloso Sequillo, que era un mar en esas fechas; seguían aguas arriba llegaban hasta la Vega, desembarcaban sus tropas, y en menos de que se cuenta entre tirios y troyanos comenzaban la contienda. Los hombres de Villafrades no toleraban afrentas porque a nobleza y valor no hay quien les gane y les venza, y con cemento y con hierro, con acero y dura piedra habían ya construido la “Picota” – Fortaleza con muros de acero y bronce de colosal resistencia. Tenían artillería muy potente, del cuarenta, y con alma y gran coraje, con corazón y fiereza con el alma castellana que lucha por causas buenas, a pique echaban sus barcos cual si de tablilla fueran, y a pique echaban su ejército que no volvía a sus tierras. ¿Qué hacer de tantos cadáveres si ninguno de ellos era cristiano?, ¿qué sepultura se iba a dar a tales fuerzas que yacían insepultas apiladas en las Eras?. La Providencia es muy sabia, y con la intervención de ella, aquel río melindroso del que algunos hacen muecas, pero que era en esos tiempos navegable hasta la Vega, se desbordaba iracundo con ímpetu de tragedia, arrollador, tumultuoso, y hacía la gran limpieza llevándose los cadáveres hasta el mar de “onde” vinieran. Gracias, pues, a la “Picota”, a ese muro – Fortaleza, Villafrades se vio libre de invasiones como aquellas; y desde entonces no han vuelto más escuadras forasteras ni ejércitos invasores a turbar vuestra existencia! Esto me dijo aquel moro; la historia no se si es cierta; pero lo que se de fijo es que la “Picota” aún queda en pie, algo envejecida, pero escultural y esbelta, con aire de rascacielos o de Torre Eiffel modesta, dando sombra en el verano, guardando enseres de la Era como trillos, bieldos, garios, palas, horcas y colleras. Unos ratones enanos metidos entre las piedras de aquellos pesados trillos, guardan esa Fortaleza hasta que venga el verano que se abran aquellas puertas y den entrada a la vida del campo en aquellas Eras. … ¿Creéis que es cierta esta historia que me contó el moro – celta?: yo aquí me lavo las manos limpias de culpa y penas; ¿pero es qué muchas historias que andan por el mundo impresas con firmas de relumbrón, y se tienen por auténticas, han de merecer más crédito y se más exactas que ésta? ¿Y cuáles son las más verídicas?; ¿las que se escriben a ciegas escudados solamente en lo que algunos nos cuentan, o estas otras que se viven cuando durmiendo se sueña? Pues en estas circunstancias benditos sueños sean, que los sueños, sueños son como dijo un gran poeta y si esta historia es un sueño el contarlo, ¿qué me cuesta?; ¿dos cuartillas de papel…? pues ya está; contado queda..

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