lunes, 7 de mayo de 2018

El pueblo más crucificado (Campaspero, Valladolid)

En la provincia de, Valladolid el pueblo más crucificado es Campaspero. A lo mejor -a lo peor- porque es el pueblo más rico en piedra y, por tanto, el que puede, colocar, con menos esfuerzo, en cualquier lugar, una cruz de piedra. Pero ¡qué poca piedra hace falta para hacer una cruz! Campaspero tiene unas treinta cruces desperdigadas por su término, contando las catorce del Calvario o Vía Crucis, que, por cierto, ya no sirven de nada, porque el Vía Crucis ya no se reza desde que fallecieron las pocas ancianas que solían hacerlo por la Cuaresma. Por eso, y porque también es cierto que las catorce cruces han sido absorbidas por el pueblo, que ha ido creciendo rápidamente y se ha ido ciñendo a ellas: si antes quedaban fuera del pueblo, ahora están dentro de él. Tan dentro. que muchas forman parte de sus paredes y muros, pues han quedado emparedadas y a la vista, como solía dejarse la mano diestra del pecador condenado en el medioevo a semejante e ignominiosa muerte. Las cruces del Calvario de Campaspero han muerto emparedadas como castigo de la civilización y el progreso.

Campaspero es un pueblo señalado por el destino. Situado en los Altos de la Mula, es el pueblo más alto de la provincia de Valladolid. Por eso quizás no ha llegado a él el agua de nuestros ríos. Sólo el agua del cielo y la que circula bajo las entrañas de .la tierra. Campaspero no ha tenido nunca manantiales a flor de tierra, ni fuentes de agua pronta, ni valles frondosos. ni en su término ha anidado la torcaz, ni la perdiz, ni siquiera el triste cárabo o autillo que gusta de la soledad. Campaspero es campo de piedra, un páramo que ha dado a sus moradores la riqueza que guarda en sus entrañas: la piedra. No obstante, Campaspero queda en el medio de tres ríos: El Duero, el Duratón y el Cega. Campaspero es una meseta llana, sin ondulaciones, de tierra áspera y poco generosa.Sus gentes han de perforar el banco de piedra de unos treinta metros de espesor en su subsuelo para poder conseguir agua para la tierra y para el hogar. De los primitivos pozos, el agua se sacaba a la superficie mediante un cuero de cabra atado a una soga. De ahí que se hiciera popular en la comarca el pareado que decía: "En Campaspero sacan el agua con un cuero". Hoy a las potentes bombas hidráulicas que sacan el agua para que crezca la remolacha nadie las hace un ripio. Así de insulso es el progreso.

Campaspero ha clamado siempre por el agua y sus consecuencias. En sus tierras, ya queda dicho, nunca ha habido árboles, pero sus pagos tienen nombres de árboles, quizá por añoranza de ellos: El Cerezo, el Almendro, el Pino, el Castaño, el Espino, el Olmo, la Romera. Es curioso observar que todos los pagos fueron bautizados en singular, lo que, nos hace sospechar que allá donde un árbol conseguía crecer como algo extraordinario, daban al pago el nombre de la especie.

En Campaspero, donde no plantan árboles porque se mueren, plantan cruces para recordar una muerte. A las del dolor universal, que son las del Vía Crucis, se han ido, año tras año, sumando las del dolor particular, que están desperdigadas por los campos y los caminos. Unas fueron puestas para el rezo y otras para el dolor y para la devoción: todas por la fe.

Esas cerca de treinta cruces de Campaspero están todas ellas labradas en piedra de sus famosas canteras y son, por tanto, hermanas menores de los monumentos y las iglesias de Valladolid, pues se gestaron en la misma tierra.

Casi todas estas cruces tienen una breve inscripción en una cartela o en su pedestal con nombres de gente modesta y fechas que abarcan desde 1599 hasta 1940: los cuatro siglos que, más o menos, tiene el pueblo de existencia.


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