Como
leyenda debe considerarse el hecho que, al parecer, ocurrió a comienzos de este
siglo en la villa tembleña.
Dicen
que en cierta ocasión un padre y su hijo, de unos seis o siete años de edad,
fueron a vender teas y leñas a San Martín de Valdeiglesias. La carga la
llevaban en dos borricos; ellos iban andando. Una vez realizada la venta, a la
salida de San Martín, se encontraron con un vecino de El Tiemblo que
también había vendido la leña. El padre dijo al pequeño que fuese andando que
él iba a tomarse una copa con su paisano y que le alcanzaría en seguida. Entre
copas y charla se estuvieron más de la cuenta. El niño, con las caballerías
delante, no dejaba de mirar para atrás, por si venía su padre y distanciándose
de los animales se perdió. Se hizo de noche y la criatura, empezó a llorar. En
esa situación se le apareció un fraile que le consoló diciéndole que dejase de
llorar que él le indicaría el camino correcto. Cuando llegaron al Cerrillo del
Peral volvió a hablarle diciéndole: "Ves aquella luz que viene por allí,
son tus padres que han salido a buscarte". El padre hacía varias horas que
había vuelto al pueblo por lo cual, con gran preocupación, decidió salir a
buscarle. Observaron que su hijo llegaba solo, tranquilo, confiado y alegre.
En
casa contó lo sucedido y explico que le había traído un hombre con faldas y
sandalias.
Al
día siguiente, la abuela le llevó a la ermita de San Antonio y nada más entrar,
al ver la imagen del santo, dijo "Éste es el que anoche me trajo".
La
gente, al enterarse, creyeron que se había obrado un milagro, uno más de los
atribuidos al Santo.
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