Una
tarde de verano, cuenta la tradición, una pastora de Piedrahíta salió de su
casa con su rebaño de ovejas. Sus pasos la llevaron a la vega del Corneja,
donde estuvo todo el día, sin saber la noticia, que ese mismo día corría y
llenaba de miedo las calles de Piedrahíta, un toro de los caseríos del norte se
había escapado y nadie sabía dónde había ido. La tarde caía monótonamente,
mientras el rebaño de oveja pastaba en una pradera no muy lejos del río Pozas.
Ella entretenía sus horas bordando una sábana. De pronto el toro arremete
contra ella. Avisada por el perro, la pastora deja caer sobre la roca donde
borda el hilo, el dedal y la aguja. La pastora asustada y viendo su vida en
grave peligro, levanta los ojos al cielo y pide la intercesión de Santa María,
Madre de Dios.
De pronto el toro se detiene bruscamente, como
si hubiera muerto. Y la niña aprovecha para refugiarse en un gran zarzal, donde
encuentra guardada la antigua imagen de María. Sobre la roca quedan grabadas,
hasta nuestros días, el dedal, el hilo, la aguja y la pezuña del toro. ¡Quien
ve la piedra de la aparición queda impresionado por estas señas!
La pastora emocionada por el hallazgo toma la imagen de María y se dispone a volver a su casa. Al llegar al río Pozas, la pastora siente un peso muy grande en sus brazos, dejando caer al suelo a la Virgen. Intenta levantarla, pero no puede, pesa demasiado para ella. Decide volver a ponerla donde ha sido encontrada y avisar al pueblo de Piedrahíta. Lo hace y a la mañana siguiente el pueblo se dispone a subir a la Virgen a Piedrahíta. No lo logra.
La pastora emocionada por el hallazgo toma la imagen de María y se dispone a volver a su casa. Al llegar al río Pozas, la pastora siente un peso muy grande en sus brazos, dejando caer al suelo a la Virgen. Intenta levantarla, pero no puede, pesa demasiado para ella. Decide volver a ponerla donde ha sido encontrada y avisar al pueblo de Piedrahíta. Lo hace y a la mañana siguiente el pueblo se dispone a subir a la Virgen a Piedrahíta. No lo logra.
Los
hombres más fuertes son incapaces de hacer pasar a la Virgen el río Pozos.
Buscan bueyes, pero estos quedan paralizados ante las aguas del río. Los
presentes reconocen desazonados que la Virgen no quiere subir a su pueblo y
quiere habitar en la vega del Corneja. El Concejo y el clero local deciden
levantar en la vega del Corneja una ermita.
Así
lo hacen y poner a l Virgen el nombre del lugar donde ha aparecido: Santa María
de la Vega. Al lugar donde se escapó el toro comienza a llamarse Casa de las
Fieras, y aún hoy existe este lugar, que se resiste a desaparecer a pesa de la
despoblación que le afecta, ya que en la actualidad en él solo vive un pastor,
que mantiene viva esta tradición.
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