En los años en que el rey
Fernando II de León andaba como enamorado de Ciudad Rodrigo, repoblando la zona
y ordenando construir, entre otras muchas cosas, la Catedral, ocurría que las
obras de tan magno proyecto eran destruidas por una misteriosa fuerza que, en
medio de sobrecogedores bramidos, visitaba cada noche el lugar donde se estaba
construyendo el templo.
Por la ciudad circulaban
rumores que responsabilizaban a algún demonio de las destrucciones nocturnas,
alguna fuerza del mal empeñada en que no se llevara a cabo la construcción de
la Catedral.
Hasta que una noche alguien se armó de valor y decidió hacer frente a la misteriosa criatura nocturna. En medio de la oscuridad, cuando comenzaron a oírse los amenazadores rugidos, un valeroso caballero atravesó con su espada al hipotético demonio, que resultó ser un enorme oso. Mas, cuenta la leyenda, que no puede haber oso en el mundo con la fuerza y la fiereza de aquel, más bien era el mismísimo Satanás en forma de oso. En la Catedral de Ciudad Rodrigo puede verse la figura de un hombre luchando contra una enorme bestia...
Hasta que una noche alguien se armó de valor y decidió hacer frente a la misteriosa criatura nocturna. En medio de la oscuridad, cuando comenzaron a oírse los amenazadores rugidos, un valeroso caballero atravesó con su espada al hipotético demonio, que resultó ser un enorme oso. Mas, cuenta la leyenda, que no puede haber oso en el mundo con la fuerza y la fiereza de aquel, más bien era el mismísimo Satanás en forma de oso. En la Catedral de Ciudad Rodrigo puede verse la figura de un hombre luchando contra una enorme bestia...
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