martes, 9 de enero de 2018

La fuente de la Quicla (Guisando, Ávila)

La Cabeza del Covacho ha ejercido un importante influjo sobre los habitantes de Guisando. Este accidente geográfico no sólo preserva al pueblo y a sus habitantes de los vientos fríos de la sierra, formando una especie de pantalla tras la que se han cobijado, desde siempre, las blancas casas de los guisanderos.
El Covacho abrigó a los primeros cabreros que, según la tradición, asentaron sus majadas en La Majadilla o en Los Parrones, proporcionándoles el agua de su arroyo y los ricos pastos de sus laderas y dando lugar a lo que hoy es nuestro pueblo.
No es extraño, por tanto, que en torno al Covacho hayan nacido numerosas historias y leyendas. Recordemos lo de «entre La Carquesa y La Covacha se queda el oro y la plata», y aquella del «Risco del Soldado», sin olvidar la de «La Dama Encantada de la Fuente de La Quicla», que gracias a las narraciones de mis vecinas mayores puedo traeros hasta aquí.
La fuente de La Quicla no es ninguna historia o leyenda, es una fuente real que nace entre dos piedras situadas al norte de la Cabeza del Covacho. Es una fuente que mana todo el año, aunque su localización es complicada salvo que algún entendido nos ayude a ello. El hueco donde nace es tan angosto que se dice que las cabras que tenían la corna­menta muy desarrollada no podían beber su agua.
Según la leyenda o historia, en esta fuente se aparecía cada mañana de San Juan y antes de que saliera el sol una doncella de extraordinaria belleza que padecía un encanta­miento, el cual sólo se rompería si un mozo de Guisando la veía y tocaba la mañana de San Juan, antes de que la alcanzaran los rayos del sol.
Existen varias versiones sobre intentos de romper el encantamiento de la doncella. Todas ellas son bastante similares, pero con variantes, por lo que vamos a exponer todas las que conocemos por respeto a todos los que nos las han contado y por la imposibilidad de discernir cuál es la auténtica.
Una versión nos relataba que:
«Un buen mozo de Guisando quiso descubrir la verdad de la doncella de la fuente de La Quicla, por lo que la madrugada de San Juan salió del pueblo y empezó la ascensión de las cues­tas que le llevarían hasta la fuente. Era tan grande su deseo de llegar a la fuente antes de que saliera el sol, que llegó a la fuente antes del amanecer. El madrugón y el cansancio de las cuestas hizo que se quedara profundamente dormido mientras esperaba la salida del sol. Cuando des­pertó el sol estaba ya bastante alto y la doncella no aparecía por los alrededores de la fuente. Sin embargo sí halló un pañuelo blanco sobre la hierba. El mozo intentó coger la prenda para mos­trar a todo el mundo su hallazgo, pero se encontró con que el pañuelo se desvaneció entre sus dedos, desapareciendo».
Otra versión nos describía que:
«Un soñador mozo de Guisando, conocedor de la leyenda, aunque no muy convencido de que la misma fuera verdad, emprendió la mañana de San Juan la subida hacia la fuente. Durante la subida el mozo se encontró con unos lecheros que bajaban la leche desde las majadas al pueblo y que le preguntaron dónde iba tan temprano. El mozo, que era bastante tímido, no se atrevió a confesarles la verdadera razón del madrugón y se entretuvo dando explicaciones para justificar su actitud.
Finalmente pudo continuar su ascensión hacia la Cabeza del Covacha y de allí a la fuente. Cuando se aproximaba a La Quicla los rayos del sol estaban a punto de alcanzar la fuente y, ¡oh sor­presa!, allí estaba la doncella, bellísima, cubierta con un espléndido vestido blanco, que le dedicaba una delicada sonrisa al tiempo que le tendía los brazos. Fue tal la sorpresa del mozo y tan grande su admiración que no pudo reaccionar y atender la insinuación de la doncella, quedándose clavado. Entretanto el sol continuaba su ciclo y alcanzó el chorro de agua de la fuente, en cuyo momento la doncella se desvaneció ante la desesperación del mozo.

La historia dice que el mozo volvió a subir varias mañanas de San Juan a la fuente de La Quicla, pero no volvió a encontrar a la doncella. No supo aprovechar su oportunidad y...».

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