En
el año 1578, Portugal estaba reinado por Don Sebastián, sobrino de nuestro rey
Felipe II y andaba el portugués enredado en la conquista de Marruecos. Para
ello, había enviado un poderoso ejército que a principios de agosto de ese
mismo año, había desembarcado en Tánger y se preparaba para entrar en batalla
contra el sultán de Marruecos, Abd el Malik que lo era, tras haber derrocado al
ahora ex-sultán Muley Muhammad Al Mutawakil y aliado de los portugueses en su
empeño de recuperar el sultanato perdido.
El
4 de agosto, empezaron las hostilidades, dando lugar a la batalla de
Alcazarquivir, que a la postre supuso una estrepitosa derrota para los
intereses de Portugal. Esta batalla, también conocida como "Batalla de los
Tres Reyes", produjo la curiosa coincidencia de que los tres reyes
contendientes, murieron en ella (de ahí el nombre), y dándose además la
circunstancia de que el cuerpo del rey de Portugal nunca fue recuperado.
Este
hecho, acrecentó la leyenda de que en realidad no había muerto, creándose a su
alrededor el llamado mito del Sebastianismo, que apoyaba las profecías de un
vividor y trovador de la época llamado Bandarra (de donde deriva el apodo para
designar a los vagos y gandules), apareciendo muchos personajes que decían ser
el mismísimo Don Sebastian.
Sin
duda alguna, el mas famoso de todos ellos, inmortalizado en la obra de José
Zorrilla, "Traidor, Inconfeso y Martir" y la novela histórica de
Manuel Fernández y González, "El cocinero de Su Majestad o El pastelero
del Madrigal" que a finales del siglo XIX vendió la nada despreciable
cifra de 200.000 ejemplares.
El
protagonista de esta historia, respondía al nombre de Gabriel de Espinosa, que
había nacido en Toledo y que vivía en aquel entonces en la villa que fuera cuna
de Isabel la Católica, Madrigal de las Altas Torres (Ávila), donde ejercía el
noble oficio de pastelero.
Casi
nada se conoce de su vida, pero la leyenda afirma que era hijo de Juan Manuel
de Portugal y de una de sus doncellas de nombre Juana de Espinosa, lo que le
convertía en hermanastro de Don Sebastián.
Hasta
aquí la leyenda, sin embargo, los hechos que están documentados, nos cuentan
que Gabriel de Espinosa llega a Madrigal de las Altas Torres en el año 1594,
acompañado de su mujer, Isabel Cid y de su única hija, Clara, para ejercer el
oficio de pastelero de carnes y empanadas.
Poseía
un digno porte, montaba con destreza a caballo y para mayor sorpresa de sus
vecinos hablaba varios idiomas y al menos francés y alemán con notable
perfección y era además pelirrojo. También en Madrigal, vivía Fray Miguel de
los Santos, portugues deportado por apoyar a Antonio I, prior de Crato en su
fallido intento de ser rey frente a los intereses de Felipe II y que había sido
confesor de Don Sebastián.
Parece
ser que Gabriel de Espinosa se parecía enormemente a Don Sebastián, algo que
unido a su refinamiento y buenas maneras, convenció al fraile para urdir un
plan mediante el que se reconocería al pastelero como Don Sebastián, lo que le
llevaría inexorablemente a ocupar el trono de Portugal. Por si esto fuera poco,
la hija natural de Don Juan de Austria y Doña Ana de Mendoza, nacida en 1568,
Doña María Ana de Austria, apareció en escena, ya que estando recluida en el
Convento de las Agustinas de Madrigal, reconoció en el pastelero a su primo Don
Sebastián.
Y
poniendo la guinda a todo el pastel, el fraile, empezó a tener visiones y
apariciones donde veía los destinos de Gabril y Maria Ana unidos para siempre. Ambos
pretendientes se conocieron y se prometieron en matrimonio pidiendo incluso
dispensa Papal para contraer el mismo, ya que no debemos olvidar que ella era
monja, a la vez que ciertos nobles portugueses empezaron a visitar y a
reconocer al pastelero como al reaparecido Don Sebastián.
Tres
meses después de la llegada del pastelero a Madrigal, ya era rey de Portugal y
prometido de la sobrina del rey de España. Es entonces cuando Gabriel parte
hacia Valladolid para realizar la venta de unas joyas que Doña Ana María le
había entregado a tal fin. Al hacer obstentación de las joyas, el alcalde del
crimen de la Chancillería vallisoletana, siendo su sopresa mayúscula cuando en
el registro, le encuentran unas cartas en las que es tratado como
"Majestad" y otras en las que la sobrina de Felipe II escribe a su
prometido.
El
alcalde, de nombre Rodrigo de Santillán, pone el asunto directamente en
conocimiento de la Corona. Felipe II ordena a Rodrigo dirigirse a Madrigal,
donde manda encerrar en sus aposentos a Doña María Ana y detener a Fray Miguel
y a Gabriel, que son de inmediato acusados de suplantación de la personalidad
del rey.
El
proceso fue dirigido desde su Corte personalmente por Felipe II, quien no dudo
en ordenar tortura para obtener confesión del fraile y de Gabriel, que al
final, acusados del delito de lesa majestad, son condenados a morir en la horca
el 1 de agosto de 1595. Su muerte acrecentó la leyenda, ya que Gabriel
permaneció en todo momento tranquilo, altivo y orgulloso en su mirada. El mismo
se ajusto la soga al cuello y dirigiendose a su captor le recordó que él se
sometería al Tribunal de Dios. Por último afirmo ser Don Sebastián y que había
ejercido como pastelero y con el nombre de Gabriel de Espinosa, por ser éste el
que había utilizado para obtener su título de pastelero.
Del
mismo modo, Fray Miguel, fue ahorcado en la Plaza Mayor de Madrid y en ningún
momento reconoció que el pastelero fuera un impostor. Es más, murió
reconociendo a Gabriel como el legítimo rey de Portugal, Don Sebastián, dato
éste que no convendría olvidar al haber sido Fray Miguel su confesor. A su
muerte, Gabriel fue decapitado y descuartizado, exponiendose su cabeza en el
Ayuntamiento de Madrigal y sus restos en las cuatro puertas de sus murallas. Fray
Miguel fue también decapitado y su cabeza enviada a Madrigal, dónde fue
expuesta en el mismo Ayuntamiento de la villa.
Respecto
a Doña Maria Ana de Austria, su tío, el rey Felipe II, la recluyó en estricta
clausura en el Convento de Nuestra Señora de Gracia en Ávila. Sin embargó, tras
morir el rey en 1598, su primo, el nuevo rey Felipe III, la perdonó y accedió a
su retorno al Convento de Madrigal, donde alcanzó el grado de priora. En 1611
fue nombrada Abadesa Perpetua de Las Huelgas Reales de Burgos, la mayor
dignidad que una religiosa podía obtener en su época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario