Sin
duda, una de las historias más macabras y fascinantes de Madrid. El doctor
Pedro González Velasco fue un personaje clave en la historia médica de este
país creando la Sociedad Anatómica y el Museo Antropológico en su propia
residencia, que aún sigue allí en frente de la estación de Atocha. Sin embargo,
es conocido por una leyenda trágica que marcó su vida. Tras escapar de una vida
de pobreza y convertirse en referencia médica en toda España y Europa, se
estableció en un palacio en la esquina de la actual calle Alfonso XII, en el
que vivía junto a su mujer e hija. Concha tenía 12 años y era una niña alegre
pero enfermiza, sus fiebres tifoideas llevaban varios años afectando su
quebradiza salud. El doctor Benavente, amigo de Velasco y padre de Jacinto, el
genial escritor, le recomendó a Velasco un tratamiento conservador de la
enfermedad. No obstante, Velasco no le hizo mucho caso y le suministró una
especia de laxante para purgar la fiebre, lo cual provocó una hemorragia interna
irreversible que cegó la vida de Conchita. El suceso dejó fuera de sí al
prestigioso médico. Se culpaba de la muerte de su hija de tal manera que disecó
el cuerpo de la chica. La enterraron en el cementerio de San Isidro.
El
doctor se obsesionó con su hija, se rodeó de objetos suyos, tocaba al piano sus
canciones favoritas e inundaba sus estancias de imágenes y pinturas. Tal
obsesión llegó al paroxismo cuando años después la desenterró. Los testigos
hablan de un hombre estupefacto cuando vio su obra de embalsamamiento perfecta.
Se abrazó a ella y comentaba el buen trabajo realizado celebrando la
conservación de la flexibilidad de sus piernas para poder sentarla a la mesa.
causa de espanto para su mujer. Envió al domicilio a un sastre y a una
estilista para terminar de darle apariencia de vida. Muchos comentaban que
salía a pasear por el Retiro en coche de caballos acompañado de su hija
ataviada con el vestido de novia que encargó para ella. Las malas lenguas
comentaban que les acompañaba el prometido de la niña, el también doctor
Teodoro Muñoz Sedeño. La leyenda y su actividad política le provocaron la
ruina, su sociedad anatómica fue clausurada y la pérdida masiva de clientes le
dejaron en quiebra. Su mujer le convenció entonces de enterrar a la cría, algo
que finalmente hizo. El doctor muere en 1882 y es enterrado junto a su mujer e
hija en el cementerio de San Isidro. La leyenda del doctor Velasco
perdurará por las calles de Madrid. Conchita sigue paseando con su vestido de
novia por el Retiro en las mentes de todos los que escucharon su triste relato
algún día.
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