"Antes de que Hispania existiera, un dragón
recorrió el mundo en busca de la fuente de la eterna juventud. Su única pista
para encontrarla era que el lugar se encontraría señalado con una veta de
cuarzo puro. Con las garras de la pata izquierda arañaba sin descanso cualquier
piedra volcánica que llamara su atención, pero no hallaba nada. Así, con los
años, los golpes le fueron provocando heridas profundas y el territorio por
explorar parecía no acabar. Al fin, un día, llegó hasta Anatolia donde se paró,
por primera vez, a descansar.
Un anciano pescador del lago Baofeng se acercó
lentamente hasta el animal con su primitiva barca de bambú, apesadumbrado
porque el bello ser parecía moribundo. El viejo faenador le contó la historia
que había oído a sus abuelos: la fuente de aguas mágicas existía y se
encontraba en tierras muy lejanas. Rodeada por pinares se escondía una gruta
tallada en granito y en su parte más profunda lucía la roca de cristal de
cuarzo puro. El dragón levantó el vuelo y jamás regresó.
Mil noches tardó el buscador alado en llegar
hasta el corazón de la Península Ibérica y unos cientos más en encontrar la
gruta que el pescador le había indicado, en el lugar que hoy conocemos como
Cercedilla. Cuando por fin la halló, bebió de sus aguas, transformándose en
roca y conservando así su apariencia para siempre. Cuando por fin la halló, bebió de sus aguas,
transformándose en roca
Con esta metamorfosis asombrosa, se formó la Sierra
del Dragón, hoy conocida como los Siete Picos. El macizo montañoso recuerda,
sin duda, a la cresta que los dragones portan en su espalda y representa la
historia que, de tan fabulosa, pudiera ser verdad.
Todo aquel que se atreva a buscar la fuente mágica
en Cercedilla debe saber que, al igual que el dragón, conservará su juventud
gracias a la transformación en piedra, un precio muy alto que no todo el mundo
está dispuesto a pagar.
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