viernes, 29 de diciembre de 2017

La niña perdida (Villa del Prado, Madrid)

Esta historia sucedió hace ya muchos años; cuando los coches de caballos y carros de bueyes iban y venían por el camino de Villa del Prado a Madrid. Desde aquellos vehículos, los viajeros verían a lo lejos los cerros que rodean Villa del Prado por el norte, igual que los vemos hoy; a un lado del camino. Llenos de pinos, matorral, encinas; éstos montes esconden arropadas por las jaras, historias de lobos, pastores y cazadores.
Allí, un día se perdió una niña del pueblo. Fuere como fuere, la niña, que se encontraba en el monte, se alejó, de su compañía... y cuando quiso darse cuenta, estaba sola, extraviada; y ya anochecía. En poco tiempo, el cielo se oscureció, y ya no se veía nada.
En Villa del Prado sólo lucían las lámparas de aceite y los candiles. La niña permaneció toda la noche perdida. Podemos imaginar el disgusto de la gente del pueblo y el miedo; máxime teniendo en cuenta que los lobos y alimañas podían aparecer detrás de algún chaparro ó entre las jaras a la pobre niña en la oscuridad.
Pasaron las horas ...
Al día siguiente un grupo de personas partió del pueblo a buscar a la niña y ésta apareció felizmente. Naturalmente, a la niña se la hicieron muchas preguntas. ¿Has tenido miedo? ¿Has pasado frío? ¿Has visto algún lobo? ¿Cómo has dormido?...
La niña contó que no había pasado ni frío ni miedo porque una señora que iba por el monte la arropó con un manto y la durmió en sus rodillas.
Los vecinos pensarían si la niña estaba diciendo fantasías. ¿Que señora iba a estar paseando a esas horas por el monte?.

Al día siguiente, los padres de la niña bajaron con ella a la ermita de La Poveda para dar gracias a la Virgen por el feliz desenlace del suceso. Cuando la niña se situó frente al altar, miró a la Virgen de la Poveda y, cambiando el gesto de la cara, comenzó a decir a voces: "¡Esa! ¡Esa es la Señora que me cuidó cuando me perdí en el monte!"

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