domingo, 17 de diciembre de 2017

El obispo picante (Madrid)

En tiempos no muy lejanos la calle Ayala se llamaba calle de los Pajaritos. Allí, en su número 124, se levantaba un chalet de cuatro plantas que servía para albergar el amor de pago en Madrid. Ante la oferta de mujeres atractivas que residían en aquel templo del vicio pocos podían resistirse a la tentación, ni siquiera los religiosos. Un obispo de la ciudad se encontraba en pleno éxtasis sexual cuando le sobrevino la muerte en tan indecoroso lugar.

La noticia de su muerte en un lupanar retumbó en todo Madrid pero aún más cuando comenzaron a circular historias de apariciones del obispo en el lugar así como ruidos, fenómenos polstergeist y otros sucesos extraños que los vecinos soportaban con estupor y pavor. En los años 80, cuando la vieja casa del pecado se transformó en viviendas, los trabajadores advertían de la activación sin motivo de sensores de movimiento. Las leyendas no solo se circunscriben al obispo malogrado, sino a dos prostitutas fallecidas en extrañas circunstancias que también parecen estar de ronda eterna por el lugar. Un punto curioso en la geografía maligna de la ciudad.

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